Barry Manilow: El Matrimonio Secreto de Juventud, el Amor de 40 Años con Gary Keef y el Precio Oculto de la Fama

Barry Manilow, el “Maestro Musical” cuyas baladas y vibrantes hits como Copacabana y Mandy han definido generaciones de música pop para adultos, es una figura cuya vida personal fue durante décadas un enigma celosamente guardado. Su ilustre carrera estuvo marcada por la necesidad de la discreción, un silencio estratégico que se rompió en 2017 con su salida pública del clóset y la revelación de su matrimonio de larga data con su mánager, Gary Keef.

Sin embargo, el viaje personal de Manilow es mucho más complejo. Antes de Keef, en sus años de formación en Brooklyn, el cantante vivió un intenso pero breve romance que lo llevó al altar con su amor de la escuela secundaria, Susan Deixler. La historia de Barry Manilow es una de talentos florecientes, amores perdidos por la ambición, y una devoción inquebrantable que, a pesar de las presiones de Hollywood y la sociedad, finalmente encontró su puerto seguro.

 

La Balada Perdida: El Matrimonio Secreto con Susan Deixler

 

La primera relación significativa de Barry Manilow fue con Susan Deixler, su novia de la escuela Eastern District High School de Brooklyn. Barry, descrito en su autobiografía Sweet Life: Adventures on the Way to Paradise, era el “mejor músico del año” y el joven más subdued de su círculo. Susan, por otro lado, era la chica más bonita de la escuela, descrita por Barry como “adorable, pequeña, con grandes piernas y una figura voluptuosa,” además de ser “rítmica, ruidosa y extrovertida.”

Su amor de juventud los llevó al matrimonio en 1964. Presionados por el dilema familiar de una gran boda, la pareja eligió la simplicidad, casándose en secreto en el despacho de un juez en el Ayuntamiento de City Hall durante el almuerzo. Esta impulsividad juvenil reflejaba un deseo de estar juntos, pero también presagiaba la fragilidad de su unión.

El Desmoronamiento por la Música: El matrimonio duró apenas un año. La incipiente carrera musical de Barry, su inmersión en proyectos como el musical The Drunkard en Off-Broadway, y su inmadurez como esposo ejercieron una tensión insuperable. Manilow confesó más tarde con pesar: “No podía ser el marido adecuado.” Estaba “fuera y lejos todas las noches haciendo música como lo haría un joven músico,” un sacrificio que no fue bueno ni para él ni para Susan.

En diciembre de 1965, Barry buscó consejo, incluso escribiendo al consejero de Playboy. Su decisión final fue seguir lo que llamó su “maravillosa aventura musical”. La conversación con Susan fue devastadora. La pareja buscó una anulación matrimonial. Inicialmente herida por su abandono, Susan solo le permitió a Barry llevarse su ropa del apartamento que compartían en Greenwich Village. Eventualmente, accedió a que se llevara su piano, un gesto final y simbólico que marcaba el final de su vida juntos y el comienzo del viaje en solitario de Barry.

A pesar de la anulación, Susan nunca se volvió a casar, optando por una vida discreta con sus dos hijos, Pauline y Daniel, lejos del ojo público. Décadas después, cuando Barry se casó con Gary Keef, Susan expresó su felicidad por él, señalando que su relación era “historia antigua” y deseándole solo lo mejor.

 

El Secreto de 40 Años: Gary Keef y la Cima de la Fama

Barry Manilow conoció a Gary Keef a finales de la década de 1970, justo cuando su carrera explotaba. Manilow admitió que, si bien la fama era emocionante, lo dejaba “volviendo a una habitación de hotel vacía” noche tras noche, una soledad que Keef disipó. Keef no solo se convirtió en su mánager, sino en su confidente, su apoyo incondicional y, finalmente, su compañero de vida.

El Miedo a “Matar una Carrera”: Durante más de 30 años, su relación se mantuvo como un secreto celosamente guardado. Manilow, que alcanzó el estrellato en los años 70, reflexionó que en esa época, “haber salido [del clóset] habría matado una carrera”. La conciencia de que el público no estaba “listo para que nadie saliera” influyó en su decisión de vivir su vida personal en la sombra, especialmente ante su base de admiradoras, predominantemente mujeres de mediana edad.

La Boda Secreta y el Contexto de Salud: Barry y Gary se casaron en una ceremonia privada en su complejo de Palm Springs, California, en abril de 2014. El evento fue tan discreto que los 30 invitados pensaron que asistían a un simple almuerzo.

Se especula que la decisión de formalizar su unión se aceleró por las preocupaciones de salud de Manilow. El cantante padecía de fibrilación auricular (un ritmo cardíaco irregular, que describió vívidamente como “tener una platija en la chaqueta”) y serios problemas de cadera que lo dejaron en silla de ruedas por dos meses en 2011. La pareja no anunció su matrimonio sino hasta su primer aniversario en 2015, un acto que marcó un equilibrio entre la felicidad personal y la exposición pública.

 

La Reacción Pública y el Legado de la Discreción

 

La revelación del matrimonio Manilow-Keef provocó una mezcla de sorpresa, apoyo y controversia. Su socio de composición de toda la vida, Marty Panzer, se sintió “asombrado” por no haber sido informado, una medida que resaltó la intensidad de la necesidad de privacidad de Manilow.

A pesar del miedo de Keef a alienar a las fanáticas, la respuesta en línea fue abrumadoramente positiva. Las admiradoras inundaron sus redes sociales con mensajes de apoyo, afirmando que el talento es talento y que la sexualidad no importa.

Sin embargo, la renuencia de Manilow a confirmarse como homosexual antes de 2017 generó críticas de la comunidad LGBT. Sitios como Pride Source criticaron al cantante por un comentario hecho en 2002, donde describió cantar un dueto con un hombre como “escalofriante,” una postura que reflejaba la estigmatización social que Manilow mismo experimentó o temió desde sus años de escuela secundaria, cuando ser abiertamente gay era una situación “difícil de difundir” en 1961.

El “No-Evento” del Anuncio: Cuando Manilow finalmente habló de su relación con Keef en una entrevista en 2017, la describió como un “no-evento”, un paso hacia el cierre personal más que una declaración política. Keef, además de ser su pareja por 40 años, ha sido su constante en el manejo de su carrera, un vínculo personal y profesional cuya longevidad es asombrosa, tal como lo señaló Panzer: “¿Cuántas personas siguen juntas por 35 semanas hoy en día?”.

 

De Jingles a Grammys: La Trayectoria Imparable

La necesidad de privacidad de Manilow contrastaba con la espectacularidad de su carrera profesional, marcada por hitos notables:

Inicios en el Teatro: En 1964, se le pidió a un joven Manilow que arreglara canciones para el musical The Drunkard, pero él terminó componiendo la partitura original completa, una obra que se mantuvo en cartelera por ocho años.
El Rey de los Jingle: En los años 60, Manilow se convirtió en una voz familiar en los hogares estadounidenses como el cerebro detrás de jingles icónicos para State Farm, Band-Aid, McDonald’s y Dr Pepper. Él mismo afirmó que esta época le enseñó lo esencial para crear “música pop.”
La Asociación con Bette Midler: En 1971, Bette Midler lo eligió como su pianista y, más tarde, como productor de sus dos primeros álbumes (obteniendo una nominación al Grammy por The Divine Miss M en 1973).
El Estrellato de Mandy: La llegada de Clive Davis a Bell Records llevó a la creación de Arista. El relanzamiento de Brandy como Mandy en 1975 se convirtió en un éxito número uno y catapultó a Manilow al estrellato.
Récords y Reconocimientos: Manilow ganó un Grammy por su interpretación de Copacabana y un premio Tony especial por Barry Manilow on Broadway. En 1984, batió récords con una racha de 10 noches con entradas agotadas en el Radio City Music Hall, convirtiéndose en la mayor atracción del lugar en sus 52 años de historia.
Innovación Continua: A lo largo de las décadas, experimentó con géneros (el jazz-blues de 2:00 AM Paradise Cafe), escribió bandas sonoras para películas (Copa Cabana, Thumbelina) y apoyó la defensa de los derechos de los artistas. En 2006, su álbum The Greatest Songs of the 50s debutó en el número uno del Billboard 200, demostrando su perdurable atractivo.

El legado de Barry Manilow es una compleja mezcla de arte y cautela. Su vida, en la que su ambición lo llevó a sacrificar su primer matrimonio y su miedo social lo obligó a ocultar su amor de toda la vida, culminó en una aceptación tranquila, redefiniendo la relación entre una estrella, su arte y la verdad que finalmente eligió compartir.